Frases célebres

lunes, 24 de octubre de 2011

La escritura como terapia (II)

Como apuntaba al final de la entrada anterior, a lo largo de la historia, muchos profesionales de la psicología y la literatura han puesto de manifiesto la importancia de la palabra y sus diversas indicaciones para aumentar el beneficio físico y mental.

Freud decía que podían eliminarse las alteraciones patológicas de la mente a través de las palabras y gracias a esta idea otorgaba a las palabras un poder mágico, una magia suavizada.

El gran novelista David Foster Wallace decía: “¿Cómo voy a saber lo que pienso antes de decirlo?”.

El poeta argentino Juan Gelman sostiene: “El no saber sabiendo es la característica de la poesía. El poeta se sorprende de lo que escribe y se entera de lo que le pasa leyendo lo que escribe”.

James W. Pennebaker (University of Texas, Austin) ha dedicado gran parte de su carrera como investigador al estudio de las relaciones entre la expresividad y la salud, concluyendo que convertir las experiencias en palabras es sumamente conveniente para la salud y la estabilidad afectiva. A la pregunta “¿Por qué escribir sobre las experiencias traumáticas mejora la salud?” afirma Pennebaker: “Una respuesta importante es de tipo cognitivo. Las personas piensan de manera distinta después de escribir sobre los traumas. Al traducir las experiencias al lenguaje humano comienzan a organizar y estructurar las que parecen ser infinitas facetas de los hechos apabullantes”.

Para este investigador, una de las características más importantes de la escritura es su poder catártico, es decir, la manera en que facilita la expresión de las emociones. Escribir:

- Aclara la mente.
- Resuelve traumas que interfieren en nuestras vidas.
- Ayuda a adquirir y retener información nueva.
- Ayuda a resolver problemas.

En posteriores entradas me detendré a explicar los resultados de los experimentos realizados en este sentido.

Ziley Mora Penroz (Chile), escritor, etnógrafo, educador y filósofo, consultor independiente en Procesos Humanos, es creador, además, de la disciplina denominada “ontoescritura”. Se trata de una propuesta de desarrollo del “ser” a través de la dimensión terapéutico-espistemológica que posee particularmente la escritura autobiográfica. “La realidad que somos termina siendo el resultado de una narración, un relato subjetivo. La manera como escribimos nuestra biografía es lo que la determina. Somos hijos de nuestros sueños, de nuestros deseos o de nuestros temores”.

Para terminar, copio a continuación una entrevista realizada al escritor argentino Jorge Luis Borges en 1993:


[ ] - ¿No sufre de insomnio?

- He sufrido mucho de insomnio y he escrito un cuento que refleja eso.

- Por eso le preguntaba. Pensaba en "Funes el memorioso".

- Ese cuento voy a contarle un detalle que quizá pueda interesarle. Yo padecía mucho de insomnio. Me acostaba y empezaba a imaginar. Me imaginaba la pieza, los libros en los estantes, los muebles, los patios. El jardín de la quinta de Adrogué esto era en Adrogué. Imaginaba los eucaliptos, la verja, las diversas casas del pueblo, mi cuerpo tendido en la oscuridad. Y no podía dormir. De allí salió la idea de un individuo que tuviera una memoria infinita, que estuviera abrumado por su memoria, no pudiera olvidarse de nada, y por consiguiente no pudiera dormirse. Pienso en una frase común, " recordarse", que es porque uno se olvidó de uno mismo y al despertarse se recuerda. Y ahora viene un detalle casi psicoanalítico, cuando yo escribí ese cuento se me acabó el insomnio. Como si hubiera encontrado un símbolo adecuado para el insomnio y me liberara de él mediante ese cuento.

- Como si el escribir el cuento hubiera tenido una consecuencia terapéutica.

- Sí.


¿Os parece interesante este tema? Si la respuesta es afirmativa se agradece que me ayudéis a difundir la entrada, si no, cualquier comentario, sugerencia, crítica..., serán bien acogidas. ¡Gracias por leerme!

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