Frases célebres

lunes, 17 de octubre de 2011

Un poquito de tolerancia, ¡por favor!

He leído algo en mi muro de Facebook que me ha causado un enorme fastidio. Vamos, que estoy muy pero que muy cabreada, y un poco indignada (por usar una palabra trending topic). No hay demasiadas cosas que me provoquen estas sensaciones, pero sin duda siempre lo consiguen la falta de respeto, los insultos y la radicalidad (ya vayan juntos o cada uno por su lado).

Trato de venirme abajo pensando que cada cual se retrata como lo que es y que, quizá, en el pecado lleve la penitencia..., pero ni por esas consigo quitarme ese malestar originado, una vez más, por la intolerancia.

¿Por qué necesitas insultar para sostener tus ideas? ¿Tan claro tienes que por defender aquello en lo que crees, inmaterial y etéreo, merece la pena pisar a quien discrepa de ello? ¿Por qué temes tanto a la pluralidad y la variedad, no piensas que en ellas está la riqueza? Si hasta los mejores intelectuales dudan cada día de aquello que aprenden y se despiertan dispuestos a desaprender para volver a empezar, ¿tanta seguridad tienes de estar en la posición correcta? Verdaderamente no lo entiendo. Me da pena, y también rabia...

La tolerancia surge en mí de una forma natural (afortunada yo por la educación que me han dado). Me encantan los debates, me enriquecen y crezco con la diversidad, pero cuando advierto que alguien tiene que aplastar, desprestigiar, machacar, manipular, mentir, tergiversar... para hacer valer sus creencias, veo esfumarse la fuerza de los argumentos y, entonces, con la misma intensidad natural, dejo de respetar.

La cultura..., el conocimiento..., el saber... ¡favorecen la tolerancia!; el viajar abre la mente, la lectura aumenta la cultura y no hay saber sin conocimientos. Así que, antes de insultar o agredir para salir triunfante, reflexiona un poquitín, lee, haz un viaje..., pero a mí y a los que tratamos de vivir tranquilos sin ofender a nadie, ¡déjanos en paz, haz el favor!

Ahora que las palabras han efectuado su efecto terapéutico y se han desanudado parte de las emociones que me oprimían, ¡ya no estoy enfadada!, solo me queda la pena, tristeza de saber que mañana volverás a insultar, pesadumbre porque de nuevo intentarás mancharlo todo con tu ira, desasosiego que solo la mediocridad puede producirme...

2 comentarios:

  1. Hola, me gusta tu blog, está chévere, lo que dices es ciero, mucha gente parecen de una amargura y son felices destilando todo su veneno en las páginas de internet, seguro eso los aliviana un poco de su mediocridad.

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  2. Muchas gracias Amparo por pasarte por el hechizo... y dejar tu comentario. Desgraciadamente la mediocridad avanza imparable con una fuerza aterradora, menos mal que siempre quedará la cultura, la música, el arte para tratar de frenarla :-) Te leo en tu blog.

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