Frases célebres

domingo, 25 de diciembre de 2011

Ya estás aquí, Navidad



Ya estás aquí, Navidad, otra vez nos miramos a los ojos. Llegas de nuevo, sin consultar, sin pedir permiso... Vienes para los que te ansían y acogen en su seno de felicidad, pero también para aquel que se refugia en un portal, intranquilo, frío e insomne por el rugir de su vientre; para quien sufre su luto, más o menos reciente, y solo respira ausencias; para el enfermo que cierra los ojos rogando esa paz que mitigue su dolor; para los padres que lloran por no poder llenar su mesa, por no conseguir mantener su hogar; para los desilusionados que vieron cómo sus esperanzas se ahogaban en cada intento frustrado; para los solitarios que nadie abraza ni acaricia, ni sienten el roce de una mano amiga; para quien ya no recuerda ni quién fue; para aquellos a los que el rencor ha borrado cualquier rastro de amor; para los que viven en guerra; para los que tuvieron que dejar su patria, familia y recuerdos...

Las cosas no andan muy bien por aquí y nos hace falta que este año, más que nunca, traigas tu zurrones bien cargaditos de fuerzas para soportar tantas desgracias; de gafas de colores que mitiguen la profunda oscuridad; de mucha salud que erradique tantos indignos sufrimientos; de perdones y afectos, caricias y abrazos; de botones para apagar los bombardeos; de luces que calienten e iluminen; de agua y alimentos para que nadie se duerma con sed ni tenga que morir de hambre; de conquistas de derechos básicos, hogares y trabajos; de principios y moral para que nadie pisotee, robe ni aplaste; de ilusiones para creer que podemos, esperanzas y sueños a los que agarrarnos en cada despertar...

Entiendo que tú sola no puedas con todo, nos hacen falta demasiadas cosas, pero comprende tú también a todos aquellos que no te sonríen, te dan la espalda, ignoran tu presencia, critican tus luces de colores, detestan la felicidad forzada que pareces promulgar y desconfían de tu espíritu...

Acuérdate especialmente de quienes más sufren, Navidad...

¡Salud, paz y amor para todos!

Foto de Máximo Ciotta, bajo licencia de creative common http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/deed.es

lunes, 7 de noviembre de 2011

Amigos


–¿Otra vez esa cara? ¿Qué piensas ahora? –preguntó Javier, bastante acostumbrado a aquella expresión.

Dani estaba cabizbajo, con la mirada perdida.


–Estoy harto, tío. Otra vez uno de estos días en los que el dolor te martillea sin descanso... ¿Sabes a qué me refiero? No te pasa nada concreto, pero al mismo tiempo duele, y el desconsuelo crece y aumenta cuantas menos razones encuentras para su existencia...

» Sé que es fugaz... No dura tanto... Un día te despiertas y de nuevo están las ganas, la ilusión de empezar... y todo vuelve a ser normal, entonces, ¿no es inútil tanta aflicción? Y si lo es, ¿acaso resta eso intensidad al sentimiento?...

» A veces me asusto pensando que una desgracia mayor me ayudaría a poner las cosas en su sitio, darle su justa medida..., como si quisiera que algo malo ocurriera...

–Vamos a ver, Daniel –Javier siempre pronunciaba su nombre completo cuando le hablaba tan en serio–, tienes que pensar en positivo, ya sabes eso que dicen: “todo sucede por alguna razón”.

–Pero ¿qué coño me estás diciendo? No me vengas tú también con esas. ¿Para qué demonios sirve esto? Yo sé que las dificultades ayudan a superarnos, que nada es fácil, ¿cómo no voy a saberlo si nunca lo ha sido para mí? Pero esto es diferente... esto machaca, martillea mi jodida cabeza y no consigo econtrar la salida... Te juro que lo daría todo por sentirme por un minuto tranquilo, en paz conmigo mismo, por que se encendiera una linternita y me alumbrara el camino...

–Las luces no se encienden porque sí, chaval, somos nosotros los que pulsamos el dichoso botoncito... ¿Que no sabes dónde está? En eso consiste el juego, tío. Yo siempre estaré aquí para ayudarte a buscarlo.

Javier sonrió con esa preciosa expresión que tienen las personas carismáticas, aquellas que naturalmente ven lo positivo en cualquier situación, los buenos amigos de sus amigos...

Dani lo miró y sintió un profundo afecto. Siempre que se encontraba tan mal, tenerle cerca..., aunque no hablaran, aliviaba enormemente su dolor, ¡le quería, vaya si le quería...! Aunque eso nunca se lo había dicho, ni se lo diría, ¿hacía falta?

Le dio una palmada en el hombro amagando un abrazo y sin mediar palabra se dirigieron al bar de Antonio. Cuando se tomaran ese par de botellines, el dolor sería algo más leve, aunque eso Dani jamás lo reconocería, ¡tenía que mantener aquella imagen de bohemio pesimista! Después de todo, solo él sabía en qué consistía aquel dolor apasionado, que no lo era menos por ser fugaz...

Gracias por la foto a la galería de Mavi (Flickr).

lunes, 24 de octubre de 2011

La escritura como terapia (II)

Como apuntaba al final de la entrada anterior, a lo largo de la historia, muchos profesionales de la psicología y la literatura han puesto de manifiesto la importancia de la palabra y sus diversas indicaciones para aumentar el beneficio físico y mental.

Freud decía que podían eliminarse las alteraciones patológicas de la mente a través de las palabras y gracias a esta idea otorgaba a las palabras un poder mágico, una magia suavizada.

El gran novelista David Foster Wallace decía: “¿Cómo voy a saber lo que pienso antes de decirlo?”.

El poeta argentino Juan Gelman sostiene: “El no saber sabiendo es la característica de la poesía. El poeta se sorprende de lo que escribe y se entera de lo que le pasa leyendo lo que escribe”.

James W. Pennebaker (University of Texas, Austin) ha dedicado gran parte de su carrera como investigador al estudio de las relaciones entre la expresividad y la salud, concluyendo que convertir las experiencias en palabras es sumamente conveniente para la salud y la estabilidad afectiva. A la pregunta “¿Por qué escribir sobre las experiencias traumáticas mejora la salud?” afirma Pennebaker: “Una respuesta importante es de tipo cognitivo. Las personas piensan de manera distinta después de escribir sobre los traumas. Al traducir las experiencias al lenguaje humano comienzan a organizar y estructurar las que parecen ser infinitas facetas de los hechos apabullantes”.

Para este investigador, una de las características más importantes de la escritura es su poder catártico, es decir, la manera en que facilita la expresión de las emociones. Escribir:

- Aclara la mente.
- Resuelve traumas que interfieren en nuestras vidas.
- Ayuda a adquirir y retener información nueva.
- Ayuda a resolver problemas.

En posteriores entradas me detendré a explicar los resultados de los experimentos realizados en este sentido.

Ziley Mora Penroz (Chile), escritor, etnógrafo, educador y filósofo, consultor independiente en Procesos Humanos, es creador, además, de la disciplina denominada “ontoescritura”. Se trata de una propuesta de desarrollo del “ser” a través de la dimensión terapéutico-espistemológica que posee particularmente la escritura autobiográfica. “La realidad que somos termina siendo el resultado de una narración, un relato subjetivo. La manera como escribimos nuestra biografía es lo que la determina. Somos hijos de nuestros sueños, de nuestros deseos o de nuestros temores”.

Para terminar, copio a continuación una entrevista realizada al escritor argentino Jorge Luis Borges en 1993:


[ ] - ¿No sufre de insomnio?

- He sufrido mucho de insomnio y he escrito un cuento que refleja eso.

- Por eso le preguntaba. Pensaba en "Funes el memorioso".

- Ese cuento voy a contarle un detalle que quizá pueda interesarle. Yo padecía mucho de insomnio. Me acostaba y empezaba a imaginar. Me imaginaba la pieza, los libros en los estantes, los muebles, los patios. El jardín de la quinta de Adrogué esto era en Adrogué. Imaginaba los eucaliptos, la verja, las diversas casas del pueblo, mi cuerpo tendido en la oscuridad. Y no podía dormir. De allí salió la idea de un individuo que tuviera una memoria infinita, que estuviera abrumado por su memoria, no pudiera olvidarse de nada, y por consiguiente no pudiera dormirse. Pienso en una frase común, " recordarse", que es porque uno se olvidó de uno mismo y al despertarse se recuerda. Y ahora viene un detalle casi psicoanalítico, cuando yo escribí ese cuento se me acabó el insomnio. Como si hubiera encontrado un símbolo adecuado para el insomnio y me liberara de él mediante ese cuento.

- Como si el escribir el cuento hubiera tenido una consecuencia terapéutica.

- Sí.


¿Os parece interesante este tema? Si la respuesta es afirmativa se agradece que me ayudéis a difundir la entrada, si no, cualquier comentario, sugerencia, crítica..., serán bien acogidas. ¡Gracias por leerme!

La escritura como terapia (I)

Voy a comenzar esta serie de entradas tratando de expresar, con la intensidad y matices que me sea posible, qué ha supuesto y supone para mí la escritura y por qué creo en su eficacia como terapia. Para ello he tenido que superar el miedo y las reservas que me impiden desvelar hasta los aspectos más livianos de mi intimidad, pero en esta ocasión ¡creo que el objetivo merece la pena!

Desde muy pequeña encontré en la escritura un entretenimiento, tendría apenas nueve años cuando creé mi primera “novela”, El fantasma del castillo de Flaherty, inspirada en mis libros preferidos, de la colección Los cinco.

Más tarde llegó la adolescencia y la agitación propia de esa etapa siempre encontraba en hojas de papel, fuera cual fuera su formato, el lugar donde recoger las emociones desbordadas que no cabían en el pecho, tan inmaduro aún. Fueron muchos los diarios, los papeles en sucio, ¡hasta las servilletas!, que rellené por entonces tratando de entender qué me sucedía, intentando conocerme, desahogando los intensos arrebatos emocionales, buscando la razón de ese profundo descontento, confesando sentimientos secretos... Puede parecer exagerado, pero hoy sé que no sería la adulta que soy si no hubiera convertido a la escritura en mi mejor aliada durante aquella convulsa época.

Fui creciendo y llegó la madurez, el trabajo, los viajes... Nunca me faltó un cuaderno en un trayecto en un tren, en un avión, apretando fuertemente mis manos para calmarme cuando no había nadie cercano que aplacara los temores, ante las nuevas vivencias, los retos... Poco a poco las palabras fueron convirtiéndose también en la forma en la que me ganaba la vida y hacia ellas fui orientando mi carrera.

En una época más serena, con menos que desahogar pero más decisiones que tomar, la escritura fue el mejor medio para ordenar mis pensamientos, cristalizar mis deseos, decidir mis objetivos, organizar mis acciones, en definitiva, ponerle fecha a mis sueños...

Y muchos años después volvió la creatividad de la niñez y comencé a jugar con las palabras, inventando mundos imaginarios donde a veces me refugiaba, fotografiando almas, recogiendo experiencias, denunciando injusticias...

¡Benditas palabras! Basta repasar aquellas destacadas en negrita para extraer una síntesis de cuáles son las múltiples aplicaciones que le encuentro a la escritura. ¿Entonces, por qué no defender las posibilidades terapeúticas de algo que a mí me ha concecido tan valiosísimos beneficios?

Pero claro, habrá quien esté pensando que no se puede defender un tema así guiándose por una experiencia personal. ¡Por supuesto que no! Nada más lejos de mi intención, por eso a partir de ahora voy a hacer una introducción teórica, un resumen de la opinión de muchos profesionales que han puesto de manifiesto la importancia de la palabra y sus diversas indicaciones para aumentar el beneficio físico y mental. Si te interesa el tema, sigue leyendo “La escritura como terapia (II)”. Y no olvides que ¡esta página se alimenta de tus comentarios! ¡Gracias por leerme!

lunes, 17 de octubre de 2011

Un poquito de tolerancia, ¡por favor!

He leído algo en mi muro de Facebook que me ha causado un enorme fastidio. Vamos, que estoy muy pero que muy cabreada, y un poco indignada (por usar una palabra trending topic). No hay demasiadas cosas que me provoquen estas sensaciones, pero sin duda siempre lo consiguen la falta de respeto, los insultos y la radicalidad (ya vayan juntos o cada uno por su lado).

Trato de venirme abajo pensando que cada cual se retrata como lo que es y que, quizá, en el pecado lleve la penitencia..., pero ni por esas consigo quitarme ese malestar originado, una vez más, por la intolerancia.

¿Por qué necesitas insultar para sostener tus ideas? ¿Tan claro tienes que por defender aquello en lo que crees, inmaterial y etéreo, merece la pena pisar a quien discrepa de ello? ¿Por qué temes tanto a la pluralidad y la variedad, no piensas que en ellas está la riqueza? Si hasta los mejores intelectuales dudan cada día de aquello que aprenden y se despiertan dispuestos a desaprender para volver a empezar, ¿tanta seguridad tienes de estar en la posición correcta? Verdaderamente no lo entiendo. Me da pena, y también rabia...

La tolerancia surge en mí de una forma natural (afortunada yo por la educación que me han dado). Me encantan los debates, me enriquecen y crezco con la diversidad, pero cuando advierto que alguien tiene que aplastar, desprestigiar, machacar, manipular, mentir, tergiversar... para hacer valer sus creencias, veo esfumarse la fuerza de los argumentos y, entonces, con la misma intensidad natural, dejo de respetar.

La cultura..., el conocimiento..., el saber... ¡favorecen la tolerancia!; el viajar abre la mente, la lectura aumenta la cultura y no hay saber sin conocimientos. Así que, antes de insultar o agredir para salir triunfante, reflexiona un poquitín, lee, haz un viaje..., pero a mí y a los que tratamos de vivir tranquilos sin ofender a nadie, ¡déjanos en paz, haz el favor!

Ahora que las palabras han efectuado su efecto terapéutico y se han desanudado parte de las emociones que me oprimían, ¡ya no estoy enfadada!, solo me queda la pena, tristeza de saber que mañana volverás a insultar, pesadumbre porque de nuevo intentarás mancharlo todo con tu ira, desasosiego que solo la mediocridad puede producirme...

viernes, 15 de julio de 2011

PARA "LA ELEGANCIA DEL ERIZO"

Siempre me gustó la belleza oculta bajo la apariencia tosca y áspera de ciertas púas… Me apasiona el hallazgo de ese “lugar” donde uno puede ser quien es, así como la idea de encontrar “el escondite ideal” donde refugiarse de tanta mediocridad, falsedad, hipocresía…

Y ahora, gracias a Paloma, Renée y el señor Kakuro Ozu, revivo muchas de las reflexiones y pensamientos que yo misma he rumiado. ¡Qué grandes personajes! De mayor, Paloma, quiero ser como tú –sí, paradójicamente, sé que tienes once años–, contagiarme de tu integridad absoluta, tu profundidad magnánima… ¿Sabes? A mí también me asusta el destino grabado en la frente, pero ¡no! Siempre podemos hacer algo para cambiar lo que somos, lo que tenemos, tú solita lo descubrirás… Nunca te arrepentirás de elegir el “camino difícil”, de mirar de frente a la vida, de romper con lo que de ti se espera… ¡Eres fantástica!


René, ¡cuánto has sufrido! Pareces contener tú solita el dolor de todas esas injusticias y diferencias que han obcecado a tantas generaciones, empeñadas en distinguirnos, por dinero, posición, edad, lugar de nacimiento… ¡Vaya con lo que te deparaba el destino! Al menos, aunque siempre ocultándote,supiste encontrar tu lugar, como te dijo Paloma, hasta que llegó quien sí supo mirarte y ver lo que existía tras tu apariencia…: ¡elegancia de la buena!

¡Oh! ¡Misterioso vecino!, ¡qué agradable tu presencia! ¡Qué bonito hogar el tuyo! Todo tan sencillo, ordenado, práctico y diáfano…, pero extremadamente confortable. ¡Me encanta lo que representas! Esa capacidad de interesarte de verdad por las personas, superando el egocentrismo que a veces nos secuestra en la dichosa pecera, la cual Paloma tanto teme y trata de evitar hasta con su drástico plan... Y como ella misma pronto descubrió, emanas “educación” y “clase”, entendiendo por estas la capacidad para hacer sentir al otro que “está ahí”. ¡Cuánto escasean tus nobles maneras!

Cuánto daría por comerme con vosotros tres uno de esos dulces que prepara Manuela…; ver una película en la sala de cine de Kakuro; charlar… y esponjarme con vuestra extenuante cultura sobre la literatura rusa, el cine japonés y el arte pictórico…

Me habéis hecho pasar unos días geniales y, sobre todo, volver a reflexionar sobre lo que nunca se debe olvidar… Infinitas gracias a vuestra creadora, intentaré leerte más, Muriel Barbery.

viernes, 8 de julio de 2011

El abrazo del agua

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Contemplaba el río, a veces tranquilo, pausado su fluir, otras, en cambio, agitado por un viento que predecía mareas, que anunciaba lluvia de hojas sobre nuestras cabezas...

Observaba un agua expuesta a la naturaleza, a lo que quisieran hacer con ella los fenómenos atmosféricos, sin poder saber al amanecer cuál sería su estado cuando el sol se durmiera.

Me acercaba al agua e intentaba atraparla con mis manos, pero se escabullía burlona, como la amada que siente certeza del amor que le profesan y juega, a huir, sin perder lo que desea.

Reflexionaba sobre el ciclo del agua. La evaporación que la hace desaparecer, para cargar una gran nube y volver a iniciar su andadura. Si el agua pudiera sentir..., ¡qué sensación atraparían sus ficticias entrañas al sentirse llamada a un no sé qué desconocido, al sentir que deja de ser sin saber qué va a pasar, sin conocer que no es más que una parada para recuperar fuerzas y recomenzar!

Y mientas, pensaba también sobre la felicidad. Un estado, como el río, existiendo para fluir constantemente, para desembocar en el mar donde todo acaba. Cuando está quieta y serena nos refresca, incluso a veces llega a limpiarnos, arrastrar hojarascas e invadirnos de pureza. Pero no sabemos nunca cuánto tiempo se mantendrá. ¡Sí! Su fluir es constante... desaparece, evaporada hacia el abismo, dejándonos la incertidumbre de qué vendrá, qué nuevo ciclo tendremos que iniciar, expuestos, sin control a lo que la naturaleza nos pide.

Una vez, hace ya tiempo, también yo experimenté una gran felicidad. El bienestar me inundaba y desbordaba constantemente. Era tan alto el nivel que me costaba tocar el suelo con los pies y temía perder el equilibrio. Creí tenerlo todo, creí poder atraparla y convencido de mi suerte, un estúpido día estiré mis extremidades dispuesto a dar el abrazo intenso que pretende acaparar lo que se quiere. Pero cuanta más fuerza entregaba en el abrazo, con mayor rapidez se escapaba cuanto tenía. ¡Sí! Una vez más cambió la marea, llegó el revuelo, todo volvió a transformarse y sentía que también yo, inevitablemente, me iba allá donde el viento quería.

Aquel día supe que era inútil pretender darle un abrazo al agua.


Berta Carmona (escrito en 2005)

viernes, 29 de abril de 2011

Origami

Sí, lo confieso, otra vez he convertido las palabras en hojas de papel y tras horas trabajando me ha salido un avioncito. Lo lancé a volar y me metí en él de un salto. Lo siento, en días como hoy no me quedaba otra escapatoria.

Ilustración: Leila Flores http://www.flickr.com/photos/leila1007/with/3523533962/

miércoles, 26 de enero de 2011

Primer llanto

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Nunca imaginé que el llanto fuera más analgésico que el amor de mi pareja; más anestésico que la epidural; más consolador que el fuerte abrazo de mi madre. Su primer llanto.

Atrévete, vence tus miedos

A lo largo de la vida nos enfrentamos a muchos miedos: miedo a lo nuevo, a lo desconocido, a sufrir, a hacer daño, a fracasar, al éxito, al amor, a la opinión de los demás, y a un sinfín de cosas más... Pero el miedo no es más que una emoción natural que nos protege, y hay que saber reconocerlo para vencerlo. Basta con tener claro lo que queremos conseguir, confiar en nosotros mismos, creer en nuestras posibilidades, y ¡lanzarnos! Con el siguiente anuncio sobran mis palabras...
La música de Vivaldi no puede ser más idónea, por sí sola ya provoca intensas emociones...

Conferencia de Emilio Duró

Quiero compartir esta conferencia de Emilio Duró que para mí fue de gran utilidad. Te la aconsejo si quieres activarte, si tienes ganas de pensar en positivo, si deseas ser feliz y hace tiempo que no dejas de lamentarte, si quieres reírte mientras reflexionas, etc. En definitva ¡muy aconsejable! dura una hora y pico y está fragmentada, por lo que hay que tener una mijita de paciencia.


45 frases célebres

Siempre me han encantado esas frases que nos han dejado muchos célebres personajes a lo largo de la historia. Condensan sabiduría, son pensamientos profundos y grandes enseñanzas... Aquí dejo algunas para los momentos de reflexión!


martes, 25 de enero de 2011

Él y ella

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—Juro que hoy no lo llevaré conmigo, tengo que arrebatarlo de mi cabeza, tirarlo, dejarlo abandonado en algún lugar que no interfiera en mi camino.....—decía él mientras caminaba por esas calles que, en otoño, se disfrazan de copas de árboles.

—Prometo que hoy no estarás conmigo..., te arrancaré, te cortaré hasta dividirte en partículas tan pequeñas que jamás puedan recomponerse... —musitaba ella con una energía que se debilitaba en cada intento.

Son las diez de la mañana. Él y ella acaban de encontrarse en la habitación en la que se aman cada miércoles, durante esos encuentros frugales....
Se devoran sofocando el deseo retenido durante días, pero en el instante culminante, en el punto álgido del placer, advierten una vez más que el espejo que refleja sus almas vuelve a estar cubierto por ese suave, pero opaco tejido gris que él había jurado, prometido ella, abandonar para siempre.

Insatisfechos por no haber podido derribar sus propias máscaras, se besan mientras la pared tras ellos se torna gris plomizo, presagiando la imparable caída al abismo que comienza cada semana cuando la atraviesan.

Berta Carmona
08/11/2009

Un país llamado felicidad

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Hace mucho, mucho tiempo, existía un país llamado Felicidad.

En el país Felicidad reinaba la Actitud Positiva, que había establecido un sistema de gobierno muy preciso, apoyado en una constitución que recibía el nombre de Valores, y estructurado en diferentes niveles, cada uno de los cuales tenía adjudicadas ciertas funciones que debía ejecutar sobre el nivel inmediatamente posterior.

Así, la Actitud dictaba órdenes basadas en Valores y en el optimismo a la corte de los pensamientos, quienes cultivados en la sabiduría y la filosofía, y haciendo uso de la justicia, llamaban inmediatamente a los sentimientos positivos. Estos trabajaban siempre unidos con las emociones positivas, y ordenaban directamente sobre el comportamiento, situado en el nivel inferior, donde se llevaba a cabo el trabajo duro.

El índice de visitantes amigos que recibía el país Felicidad era de los mayores conocidos jamás, atraídos por el buen servicio ofrecido con generosidad, altruismo, amistad, amor…, y por el intenso sol de la ilusión, que contagiaba fácilmente a quien allí se acercaba. En el país Felicidad no existían fronteras ni controles, todo el mundo podía acceder para disfrutar del bienestar de este lugar idílico.

Sin embargo, el infortunio hizo que en una ocasión, quienes parecían turistas atraídos por los muchos encantos de Felicidad, resultaran ser invasores que trajeron consigo la tragedia, matando ilusiones y aniquilando pensamientos positivos. Fue así como la Actitud Negativa se hizo con el poder y obligó a los pensamientos a ser injustos, creando emociones llenas de ira, rabia y tristeza, y convirtiendo todo comportamiento en despótico y cruel.

El sol dejó de brillar, el verde intenso se secó y el país Tristeza se llenó de fronteras inútiles porque ya nadie quería entrar. De este modo fue aislándose y quedándose solo, rodeado por muros de mezquindad y amargura. Y así fue como la actitud negativa cambió la historia de un país llamado Felicidad…














El hechizo de la palabra

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Cuenta una vieja leyenda mitológica, que en el principio de los tiempos, los dioses estaban observando al hombre y advirtieron que el hombre estaba lleno de cosas buenas: poder para pensar y comprender la realidad de forma racional, posibilidad de amar y experimentar emociones y sentimientos, capacidad de espiritualidad que le permitía reconocer su parte de divinidad, etc. Pero observando y observando, se dieron cuenta que todo esto maravilloso que admiraban en el hombre se encontraba en su interior, en lo más profundo, y era difícil que lo compartieran con quienes convivían. Entonces los dioses se pusieron a experimentar, un poco de aquí, un poco de allá, y recurriendo a sus fórmulas mágicas y poderes divinos descubrieron un conjuro mágico, un hechizo que permitiría a los hombres sacar al exterior todo lo que eran: el hechizo de la palabra.

De este modo, la palabra adquirió poder para determinar la realidad y recibió también un poder de comunicación infinito: comunicación de sentimientos, de conocimiento, de emociones… y así la palabra fue capaz de expresar desde el odio más acérrimo hasta el amor más absoluto, de la simpatía más afable al rencor más despreciable..., ayudando al hombre a desahogar su sufrimiento. Y la palabra permitió a los hombres expresarse, vivir en grupo e instaurar los principios de una sociedad. Y más tarde descubrieron la palabra escrita, y con el paso de los siglos y los avances experimentados, se consiguieron métodos maravillosos para la difusión, y entonces la palabra adquirió también el poder de transformar la cultura. Y aparecieron unos objetos, llenos de palabras, que permitieron al hombre descubrir mundos que nunca hubiera conocido de otro modo y refugiarse en la fantasía y la imaginación de una realidad que no era la suya, y fue así como los libros permitieron al hombre llegar a fuentes de conocimiento que, gracias a la magia de la palabra, se habían conservado desde el principio de los tiempos.

Y la palabra transformó el amor y la amistad, porque el amor necesita a la palabra, y así los enamorados se hechizaron por esta y empezaron a necesitar continuamente oír un "te quiero". Y se refugiaron en las cartas y las largas horas de conversación y muchos en poemas que, aunque a veces torpes desde su percepción literaria, resumían sentimientos maravillosos.

Pero el hechizo de la palabra no podía ser perfecto en sí mismo, y los dioses dejaron a la elección del hombre la forma de utilización. Y hubo quien permitió que los sentimientos negativos la secuestraran, lanzando con ellas puñales de odio, armas peligrosas que hacían heridas incurables. Y hubo quien aprendió el arte de la manipulación a través de la palabra, y creaban realidades falsas que intentaban hacer creer a los demás, distorsionando percepciones y dañando corazones.

Y la palabra, que había sido dotada con una fuerza irresistible para transmitir ideales, fue usada por muchos humanistas, predicadores y profetas, que difundieron valores llenos de amor, paz y esperanza. Pero llegaron los políticos corruptos y los gobernantes tiranos y utilizaron la palabra para sembrar en masas ingentes de población ideales perniciosos que impulsaban a guerras absurdas, matanzas atroces y actos de terrorismo que repartían sangre y muerte sin discriminación.

Esta historia sobre el hechizo de la palabra, me la regaló mi fiel amigo y compañero, Javier, en el verano del 86. Él insistió en que se tropezó con un papel en la que estaba escrita, un día que venía de jugar al baloncesto y que desde entonces no pudo dejar de amar la palabra. Decía que la historia parecía contener un hechizo capaz de transformar a quien la leía. Yo nunca me lo creí, pero la verdad es que Javier se hizo periodista, preside una asociación para la ética en el periodismo y triunfó como escritor con varios bestsellers traducidos en diferentes idiomas, muchos de ellos relacionados con temas de “comunicación y poder”. Él verdaderamente amaba la palabra.

El pastel de la amistad

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INGREDIENTES: autoconocimiento, carácter sólido, sencillez, nobleza, paciencia, generosidad, comprensión, respeto, capacidad de entrega, disposición a la escucha, amabilidad, solidaridad y amor, mucho amor.

DIFICULTAD: alta. La elaboración es muy difícil, en ocasiones sólo salen bien una o dos recetas a lo largo de una vida de elaboración.

TIEMPO DE COCCIÓN: toda una vida.

HABILIDADES: constancia, esfuerzo y voluntad.

MEDIOS TÉCNICOS: un corazón enorme, el más grande que se pueda conseguir.

Asegúrese de tener siempre a mano una buena base de amor. Mucho antes de querer consumir este pastel, debe conseguirse una masa perfecta entre el carácter sólido y el autoconocimiento y dejarla fermentar hasta que tenga buena consistencia. A continuación se prepara una crema homogénea con todos los ingredientes antes detallados: la generosidad, la escucha, la entrega, la amabilidad, solidaridad, etc. El pastel se va formando a capas: masa base en el fondo, relleno de crema y capa de amor, así cuantas veces sea necesario para completar el molde. Aderezar con una pizca de simpatía y humor.

Una vez preparado, dejar cocer en el corazón a fuego lento. La cocción de la amistad nunca es demasiada y su preparación no tiene fin. Intente cortarlo en las porciones más grandes que le sean posible, para que llegue al máximo de comensales, pero siempre use un criterio justo y sabio para su distribución. Nada más, ¡a disfrutar!, un pastel de la amistad bien elaborado deja uno de los sabores más dulces que se puedan experimentar en la vida.

miércoles, 19 de enero de 2011

Comentario del libro "Perros negros" de Ian Mc Ewan

La obra Perros negros, de Ian Mc Ewan, me ha ido decepcionando conforme me acercaba al final. Considero que el hilo conductor no es firme, no está suficientemente bien organizada y, en algunos momentos, genera confusión. El episodio de los “perros negros” me sabe a poco: en mi opinión le falta intensidad, fuerza (tratándose del hecho que da nombre al libro), además, su narración no justifica el cambio de creencias de June, aun entendiendo la fuerte carga simbólica que posee. El autor se mueve continuamente hacia atrás y adelante desconcertando al lector.

Pero a mí, que me gusta el autor y su estilo, me compensa el valor del tema principal, independientemente de cómo esté tratado, y es que él por sí sólo tiene la capacidad suficiente para provocar emociones: cómo una pareja que se ama es capaz de superponer una ideología a sus profundos sentimientos. Algo tan inmaterial como una idea, tan voluble, que no se puede ver, ni tocar, pero lleva a los hombres a luchar, matar y transformarse, aun sin recordar ya aquello que la originó, o habiéndose convertido en algo completamente diferente.

Para algunos amigos y conocidos, esta obra plantea superficialmente las ideologías del siglo XX, pero esto no lo considero un fallo, sino un estilo de escritura que deja a los lectores la capacidad de interpretar, ampliar, concluir... A mí personalmente me gusta el estilo de Ian Mc Ewan, aunque prefiero, y este sí os lo recomiendo, la lectura de Chesil Beach.

Comentario del libro "Sabor a Canela"

Sabor a canela, de José Carlos Carmona. Este libro no me ha gustado. Tras la maravillosa experiencia de lectura de Sabor a chocolate, una historia preciosa, contada con un estilo sorprendente (breve, conciso y suficientemente claro), que desborda sensibilidad, amor y una inolvidable lección de paciencia, Sabor a canela me deja indiferente. Encuentro en él una repetición de recursos, de ese estilo tan característico del primer libro, que aunque sigue gustando, ya no sorprende. Y además, en esta novela, no va acompañado, ni justificado por su tema principal, que para mí, carece de fuerza. Aunque el reto de la protagonista podría ser interesante y apunta a una situación histórica en la que domina el machismo y la diferencia de oportunidades por cuestión de sexo; el enfoque, quizá por la excesiva simplificación, no llega a conmoverme, ni siquiera a despertarme emociones intensas. Como aspectos positivos, destacaría los apuntes literarios en muchos de los capítulos, mencionando libros importantes y relacionándolos con el episodio, destacando parte de su argumento o valor. También, la lectura fácil y las correspondencias inesperadas de lo que pueden parecer, al principio, hechos fortuitos, engancha al lector a descubrir el fin, que en mi opinión, no cierra convenientemente el círculo, dejando ganas de más.