Frases célebres

miércoles, 26 de enero de 2011

Primer llanto

Safe Creative #1101268345533

Nunca imaginé que el llanto fuera más analgésico que el amor de mi pareja; más anestésico que la epidural; más consolador que el fuerte abrazo de mi madre. Su primer llanto.

Atrévete, vence tus miedos

A lo largo de la vida nos enfrentamos a muchos miedos: miedo a lo nuevo, a lo desconocido, a sufrir, a hacer daño, a fracasar, al éxito, al amor, a la opinión de los demás, y a un sinfín de cosas más... Pero el miedo no es más que una emoción natural que nos protege, y hay que saber reconocerlo para vencerlo. Basta con tener claro lo que queremos conseguir, confiar en nosotros mismos, creer en nuestras posibilidades, y ¡lanzarnos! Con el siguiente anuncio sobran mis palabras...
La música de Vivaldi no puede ser más idónea, por sí sola ya provoca intensas emociones...

Conferencia de Emilio Duró

Quiero compartir esta conferencia de Emilio Duró que para mí fue de gran utilidad. Te la aconsejo si quieres activarte, si tienes ganas de pensar en positivo, si deseas ser feliz y hace tiempo que no dejas de lamentarte, si quieres reírte mientras reflexionas, etc. En definitva ¡muy aconsejable! dura una hora y pico y está fragmentada, por lo que hay que tener una mijita de paciencia.


45 frases célebres

Siempre me han encantado esas frases que nos han dejado muchos célebres personajes a lo largo de la historia. Condensan sabiduría, son pensamientos profundos y grandes enseñanzas... Aquí dejo algunas para los momentos de reflexión!


martes, 25 de enero de 2011

Él y ella

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—Juro que hoy no lo llevaré conmigo, tengo que arrebatarlo de mi cabeza, tirarlo, dejarlo abandonado en algún lugar que no interfiera en mi camino.....—decía él mientras caminaba por esas calles que, en otoño, se disfrazan de copas de árboles.

—Prometo que hoy no estarás conmigo..., te arrancaré, te cortaré hasta dividirte en partículas tan pequeñas que jamás puedan recomponerse... —musitaba ella con una energía que se debilitaba en cada intento.

Son las diez de la mañana. Él y ella acaban de encontrarse en la habitación en la que se aman cada miércoles, durante esos encuentros frugales....
Se devoran sofocando el deseo retenido durante días, pero en el instante culminante, en el punto álgido del placer, advierten una vez más que el espejo que refleja sus almas vuelve a estar cubierto por ese suave, pero opaco tejido gris que él había jurado, prometido ella, abandonar para siempre.

Insatisfechos por no haber podido derribar sus propias máscaras, se besan mientras la pared tras ellos se torna gris plomizo, presagiando la imparable caída al abismo que comienza cada semana cuando la atraviesan.

Berta Carmona
08/11/2009

Un país llamado felicidad

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Hace mucho, mucho tiempo, existía un país llamado Felicidad.

En el país Felicidad reinaba la Actitud Positiva, que había establecido un sistema de gobierno muy preciso, apoyado en una constitución que recibía el nombre de Valores, y estructurado en diferentes niveles, cada uno de los cuales tenía adjudicadas ciertas funciones que debía ejecutar sobre el nivel inmediatamente posterior.

Así, la Actitud dictaba órdenes basadas en Valores y en el optimismo a la corte de los pensamientos, quienes cultivados en la sabiduría y la filosofía, y haciendo uso de la justicia, llamaban inmediatamente a los sentimientos positivos. Estos trabajaban siempre unidos con las emociones positivas, y ordenaban directamente sobre el comportamiento, situado en el nivel inferior, donde se llevaba a cabo el trabajo duro.

El índice de visitantes amigos que recibía el país Felicidad era de los mayores conocidos jamás, atraídos por el buen servicio ofrecido con generosidad, altruismo, amistad, amor…, y por el intenso sol de la ilusión, que contagiaba fácilmente a quien allí se acercaba. En el país Felicidad no existían fronteras ni controles, todo el mundo podía acceder para disfrutar del bienestar de este lugar idílico.

Sin embargo, el infortunio hizo que en una ocasión, quienes parecían turistas atraídos por los muchos encantos de Felicidad, resultaran ser invasores que trajeron consigo la tragedia, matando ilusiones y aniquilando pensamientos positivos. Fue así como la Actitud Negativa se hizo con el poder y obligó a los pensamientos a ser injustos, creando emociones llenas de ira, rabia y tristeza, y convirtiendo todo comportamiento en despótico y cruel.

El sol dejó de brillar, el verde intenso se secó y el país Tristeza se llenó de fronteras inútiles porque ya nadie quería entrar. De este modo fue aislándose y quedándose solo, rodeado por muros de mezquindad y amargura. Y así fue como la actitud negativa cambió la historia de un país llamado Felicidad…














El hechizo de la palabra

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Cuenta una vieja leyenda mitológica, que en el principio de los tiempos, los dioses estaban observando al hombre y advirtieron que el hombre estaba lleno de cosas buenas: poder para pensar y comprender la realidad de forma racional, posibilidad de amar y experimentar emociones y sentimientos, capacidad de espiritualidad que le permitía reconocer su parte de divinidad, etc. Pero observando y observando, se dieron cuenta que todo esto maravilloso que admiraban en el hombre se encontraba en su interior, en lo más profundo, y era difícil que lo compartieran con quienes convivían. Entonces los dioses se pusieron a experimentar, un poco de aquí, un poco de allá, y recurriendo a sus fórmulas mágicas y poderes divinos descubrieron un conjuro mágico, un hechizo que permitiría a los hombres sacar al exterior todo lo que eran: el hechizo de la palabra.

De este modo, la palabra adquirió poder para determinar la realidad y recibió también un poder de comunicación infinito: comunicación de sentimientos, de conocimiento, de emociones… y así la palabra fue capaz de expresar desde el odio más acérrimo hasta el amor más absoluto, de la simpatía más afable al rencor más despreciable..., ayudando al hombre a desahogar su sufrimiento. Y la palabra permitió a los hombres expresarse, vivir en grupo e instaurar los principios de una sociedad. Y más tarde descubrieron la palabra escrita, y con el paso de los siglos y los avances experimentados, se consiguieron métodos maravillosos para la difusión, y entonces la palabra adquirió también el poder de transformar la cultura. Y aparecieron unos objetos, llenos de palabras, que permitieron al hombre descubrir mundos que nunca hubiera conocido de otro modo y refugiarse en la fantasía y la imaginación de una realidad que no era la suya, y fue así como los libros permitieron al hombre llegar a fuentes de conocimiento que, gracias a la magia de la palabra, se habían conservado desde el principio de los tiempos.

Y la palabra transformó el amor y la amistad, porque el amor necesita a la palabra, y así los enamorados se hechizaron por esta y empezaron a necesitar continuamente oír un "te quiero". Y se refugiaron en las cartas y las largas horas de conversación y muchos en poemas que, aunque a veces torpes desde su percepción literaria, resumían sentimientos maravillosos.

Pero el hechizo de la palabra no podía ser perfecto en sí mismo, y los dioses dejaron a la elección del hombre la forma de utilización. Y hubo quien permitió que los sentimientos negativos la secuestraran, lanzando con ellas puñales de odio, armas peligrosas que hacían heridas incurables. Y hubo quien aprendió el arte de la manipulación a través de la palabra, y creaban realidades falsas que intentaban hacer creer a los demás, distorsionando percepciones y dañando corazones.

Y la palabra, que había sido dotada con una fuerza irresistible para transmitir ideales, fue usada por muchos humanistas, predicadores y profetas, que difundieron valores llenos de amor, paz y esperanza. Pero llegaron los políticos corruptos y los gobernantes tiranos y utilizaron la palabra para sembrar en masas ingentes de población ideales perniciosos que impulsaban a guerras absurdas, matanzas atroces y actos de terrorismo que repartían sangre y muerte sin discriminación.

Esta historia sobre el hechizo de la palabra, me la regaló mi fiel amigo y compañero, Javier, en el verano del 86. Él insistió en que se tropezó con un papel en la que estaba escrita, un día que venía de jugar al baloncesto y que desde entonces no pudo dejar de amar la palabra. Decía que la historia parecía contener un hechizo capaz de transformar a quien la leía. Yo nunca me lo creí, pero la verdad es que Javier se hizo periodista, preside una asociación para la ética en el periodismo y triunfó como escritor con varios bestsellers traducidos en diferentes idiomas, muchos de ellos relacionados con temas de “comunicación y poder”. Él verdaderamente amaba la palabra.

El pastel de la amistad

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INGREDIENTES: autoconocimiento, carácter sólido, sencillez, nobleza, paciencia, generosidad, comprensión, respeto, capacidad de entrega, disposición a la escucha, amabilidad, solidaridad y amor, mucho amor.

DIFICULTAD: alta. La elaboración es muy difícil, en ocasiones sólo salen bien una o dos recetas a lo largo de una vida de elaboración.

TIEMPO DE COCCIÓN: toda una vida.

HABILIDADES: constancia, esfuerzo y voluntad.

MEDIOS TÉCNICOS: un corazón enorme, el más grande que se pueda conseguir.

Asegúrese de tener siempre a mano una buena base de amor. Mucho antes de querer consumir este pastel, debe conseguirse una masa perfecta entre el carácter sólido y el autoconocimiento y dejarla fermentar hasta que tenga buena consistencia. A continuación se prepara una crema homogénea con todos los ingredientes antes detallados: la generosidad, la escucha, la entrega, la amabilidad, solidaridad, etc. El pastel se va formando a capas: masa base en el fondo, relleno de crema y capa de amor, así cuantas veces sea necesario para completar el molde. Aderezar con una pizca de simpatía y humor.

Una vez preparado, dejar cocer en el corazón a fuego lento. La cocción de la amistad nunca es demasiada y su preparación no tiene fin. Intente cortarlo en las porciones más grandes que le sean posible, para que llegue al máximo de comensales, pero siempre use un criterio justo y sabio para su distribución. Nada más, ¡a disfrutar!, un pastel de la amistad bien elaborado deja uno de los sabores más dulces que se puedan experimentar en la vida.

miércoles, 19 de enero de 2011

Comentario del libro "Perros negros" de Ian Mc Ewan

La obra Perros negros, de Ian Mc Ewan, me ha ido decepcionando conforme me acercaba al final. Considero que el hilo conductor no es firme, no está suficientemente bien organizada y, en algunos momentos, genera confusión. El episodio de los “perros negros” me sabe a poco: en mi opinión le falta intensidad, fuerza (tratándose del hecho que da nombre al libro), además, su narración no justifica el cambio de creencias de June, aun entendiendo la fuerte carga simbólica que posee. El autor se mueve continuamente hacia atrás y adelante desconcertando al lector.

Pero a mí, que me gusta el autor y su estilo, me compensa el valor del tema principal, independientemente de cómo esté tratado, y es que él por sí sólo tiene la capacidad suficiente para provocar emociones: cómo una pareja que se ama es capaz de superponer una ideología a sus profundos sentimientos. Algo tan inmaterial como una idea, tan voluble, que no se puede ver, ni tocar, pero lleva a los hombres a luchar, matar y transformarse, aun sin recordar ya aquello que la originó, o habiéndose convertido en algo completamente diferente.

Para algunos amigos y conocidos, esta obra plantea superficialmente las ideologías del siglo XX, pero esto no lo considero un fallo, sino un estilo de escritura que deja a los lectores la capacidad de interpretar, ampliar, concluir... A mí personalmente me gusta el estilo de Ian Mc Ewan, aunque prefiero, y este sí os lo recomiendo, la lectura de Chesil Beach.

Comentario del libro "Sabor a Canela"

Sabor a canela, de José Carlos Carmona. Este libro no me ha gustado. Tras la maravillosa experiencia de lectura de Sabor a chocolate, una historia preciosa, contada con un estilo sorprendente (breve, conciso y suficientemente claro), que desborda sensibilidad, amor y una inolvidable lección de paciencia, Sabor a canela me deja indiferente. Encuentro en él una repetición de recursos, de ese estilo tan característico del primer libro, que aunque sigue gustando, ya no sorprende. Y además, en esta novela, no va acompañado, ni justificado por su tema principal, que para mí, carece de fuerza. Aunque el reto de la protagonista podría ser interesante y apunta a una situación histórica en la que domina el machismo y la diferencia de oportunidades por cuestión de sexo; el enfoque, quizá por la excesiva simplificación, no llega a conmoverme, ni siquiera a despertarme emociones intensas. Como aspectos positivos, destacaría los apuntes literarios en muchos de los capítulos, mencionando libros importantes y relacionándolos con el episodio, destacando parte de su argumento o valor. También, la lectura fácil y las correspondencias inesperadas de lo que pueden parecer, al principio, hechos fortuitos, engancha al lector a descubrir el fin, que en mi opinión, no cierra convenientemente el círculo, dejando ganas de más.